viernes, 26 de febrero de 2010

¿Cómo Se Desencadena La Respuesta Del Estrés?



Atacar o huir. Cuando los estímulos que llegan a nuestro cerebro (provenientes de dentro de nosotros mismos, de nuestro entorno o de una mezcla de ambos), son interpretados como preocupantes, amenazantes, peligrosos o demasiados en número, sin que nos demos cuenta, de manera inconsciente y automática, nuestro cuerpo pone en marcha una secuencia de cambios fisiológicos que nos prepara para enfrentarnos a la amenaza combatiendo en su contra, ó escapándonos de ella. Son una serie de mecanismos automatizados muy primitivos que compartimos con los animales en el sistema nervioso vegetativo, también llamado simpático- parasimpático. El organismo, amenazado por situaciones extremas, modifica su funcionamiento y activa una serie de glándulas endocrinas, partiendo de unas zonas en la base del cerebro denominadas hipotálamo e hipófisis las cuales activan a las glándulas suprarrenales localizadas sobre los riñones en la zona posterior de la cavidad abdominal. El cerebro, al detectar la amenaza o riesgo, estimula al hipotálamo el cual produce "factores liberadores" o sustancias mensajeras. Una de ellas es la hormona denominada A.C.T.H. (del ingles: Adrenal Cortico Trophic Hormone) que viaja por la sangre hasta la corteza de la glándulas suprarrenales, las cuales reaccionan produciendo cortisona y otras hormonas llamadas corticoides. Por otro lado, la hipófisis cerebral también envía otro mensaje, ahora por una vía nerviosa, hasta las suprarrenales las cuales, a su vez, reaccionan secretando adrenalina.

Los corticoides y la adrenalina inician una reacción en cadena que altera el funcionamiento de todo el organismo: el corazón late más rápido y la presión arterial sube, la respiración se hace más rápida, la sangre es desviada de los intestinos a los músculos, los músculos se cargan de tensión y el nivel de insulina aumenta para permitir que el cuerpo metabolice más energía. Para los animales expuestos a una situación de cacería, estos mecanismos resultan sumamente útiles y salvadores, tanto para el león que busca su almuerzo como para el siervo que no quiere ser el almuerzo del león. Seguramente lo fueron para los hombres primitivos, cuyas únicas respuestas ante las amenazas eran las de entrar en pelea o escapar de un enemigo peligroso. También lo son para nosotros en situaciones excepcionales, pero en nuestra vida cotidiana, si se usan permanentemente, afectan nuestro cuerpo y nuestra psique.

En situaciones de alta exigencia (si estamos en medio de un incendio, nos ataca una fiera, o un vehículo está a punto de atropellarnos), los cambios provocados por el estrés resultan muy convenientes, pues nos preparan de manera instantánea y automática para responder adecuada y oportunamente y poner nuestra vida a salvo. Todos nosotros, en medio de situaciones de peligro, somos capaces de desarrollar fuerzas y habilidades insospechadas, saltar grandes obstáculos o realizar maniobras prodigiosas. Sin embargo, aquí hay tres elementos a considerar en la situación de estrés en los seres humanos en nuestra época. La primera es que ante la mayoría de las situaciones de la vida diaria actual ya no contamos con la posibilidad de la respuesta dual del todo o nada: atacar o huir. Hemos tenido que desarrollar una serie de sofisticados mecanismos para desplazar hacia otros objetos o situaciones las respuestas del estrés o aplazar sus descargas. Los costos de estos desarrollos, que han contribuido tan loablemente a la formación de la cultura y la sociedad, cuando se encaminan mal, han sido el estrés, el neuroticismo y las enfermedades psicosomáticas. La situación del cáncer puede ser un buen ejemplo de esto último: ante él no podemos huir, ni lo podemos atacar directamente. Tenemos que desarrollar mecanismos alternativos, tales como los que estamos aprendiendo acá, para hacerle frente sin estresarnos demasiado. La segunda es que por la complejidad de la vida actual, tan multideterminada, los conflictos ya no se resuelven con la ley del todo o nada, si o no. Cada circunstancia tiene múltiples determinantes imposibles de satisfacer al mismo tiempo, quedando siempre remanentes de frustración que se van acumulando. Y la tercera, es que la cantidad de estímulos por tramitar (y muchas veces también de necesidades por satisfacer) en la vida actual va creciendo exponencialmente dejándonos con muchas situaciones pendientes de solucionar dentro de nosotros. Sobre estos temas volveremos enseguida. Todo esto hace que la carga de estrés en nuestros días vaya en aumento.

No obstante, al estrés se le puede controlar, reducirlo y ponerlo a actuar a nuestro favor. Una de las maneras de controlarlo es sabiendo sobre el; porque a mayor conocimiento de sus causas y sus consecuencias, mayor oportunidad para establecer formas de control para procurarnos una mejor calidad de vida. Por ello el primer paso es comprender su esencia.

Para mayor información, consultar el MANUAL PARA LA REDUCCIÓN DEL ESTRÉS del doctor Ariel Alarcón.

Director: Ariel Alarcón Médico Psiquiatra
Colaborador: Luz Karime Jiménez Jaimes Psicóloga
Fuente: Manual de Reducción del Estrés

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