El estrés y la ansiedad pueden afectar las cuerdas vocales y favorecer el desarrollo de afonía y otros trastornos de la voz.
Las situaciones estresantes provocan una tensión generalizada en cabeza, cuello, garganta y mandíbula, así como en la parte superior del pecho, la espalda y los hombros, que fluye a través de todo el mecanismo de la voz.
Cualquier desempeño profesional en el que se asocien el estrés (conflictos psicológicos) y el uso de la voz, como el ámbito educativo, puede conducir a la fatiga vocal o, incluso, a la disfonía. Reducir el estrés mediante ejercicios relajantes y suaves o la meditación, que se ha constatado que puede rebajar la tensión; utilizar otras herramientas educativas, además de la voz; y mantener una buena aclimatación en el lugar de trabajo, poniendo atención en las zonas de cuello y garganta.
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