EL (¿DIFÍCIL?) EQUILIBRIO ENTRE TRABAJO, ESFUERZO Y REMUNERACIÓN
Los profesores famosos, los especialistas creativos y
emprendedores, los buenos pediatras, los excelentes científicos, las enfermeras
amables, honestas y risueñas, los cirujanos reconocidos, en fin los profesionales
felices, tienen algo en común: encuentran,, antes que nada, gran placer en su
trabajo, lo hacen con sano amor propio y esto les imprime calidad y bondad a
sus realizaciones.
Además del cuidado, responsabilidad y preparación, le
imprimen a su quehacer diario afecto, aprecio y gozo por lo que se hace. Afecto,
gozo, aprecio, dedicación, cuidado, generan buenas obras. Las buenas obras generan
buen dinero.
Como somos los directos responsables de nuestro propio
bienestar, el realizar nuestras tareas con calidad es el regalo que nos
merecemos, como personas que se quieren y respetan, primero que todo, a sí
mismas. La calidad estará dada por el grado de autoestima expresara lo mejor de
lo que somos, lo mejor de nosotros mismos. Las buenas realizaciones generan
sano orgullo y amor propio, nos sentimos bien cuando hacemos las cosas bien. Se
nos incrementa nuestra autoestima, nos sétimos capaces, animosos, confiados. Por
eso es importante que nos reconozcamos, premiemos y felicitemos, internamente,
a nosotros mismos cuando hacemos las cosas bien. Como sabemos que es una sensación
muy agradable de sentir, es muy importante que se lo reconozcamos y lo
expresemos cuando alguien en nuestro entorno haga las cosas bien. Muchas veces
nos damos cuenta, lo apreciamos, pero no lo decimos, perdiendo una magnifica (y
muy sencilla) oportunidad para mejorar las relaciones interpersonales, el clima
laboral y el desempeño de colegas, superiores y subalternos. Procurar cada vez
brindar el mejor trabajo posible, cada vez mejor, en constante mejoramiento, no
como una obligación impuesta, sino como un acto de autoestima, genera alegría, satisfacción,
bienestar y dinero. Cada vez más dinero.
Como afirma el sicólogo, filósofo y terapeuta Bert Hellinger
(2008), el dinero es energía. En él está guardada la energía del trabajo. Más allá
de la suma de que se trate, entre más alto sea el servicio prestado, el trabajo
realizado, más alta será la energía, el valor de ese dinero. El dinero obtenido
arduamente, después de mucho empeño, dedicación y amor posee la máxima energía.
Es muy valorado y utilizado de la manera más ahorrativa, prudente y generosa. El
dinero fácil, o el obtenido injustamente, tiene poca energía. Como viene por
agua, por agua se va.
Continúa Hellinger (2008), encantadoramente, diciendo:
El dinero se siente
bien en la alcancía… esperando a ser usado…. Se siente bien al ser usado por un
valor correspondiente y un trabajo correspondiente. Esta es la mejor manera y
la más bella en que desarrolla su energía y, por qué no decirlo, su espíritu…
el que tiene un dinero en la mano, tiene también en la mano el trabajo de una
persona. A menudo su sudor, su sangre y sus lágrimas. De ahí que deba manejarlo
más cuidadosamente.
¿Tiene el dinero que usted lleva ahora en su bolsillo, su
billetera o guarda en su banco el valor del que habla Hellinger? Si su
respuesta fuera negativa, pregúntese “¿por qué?”, “quien se queda con el valor
que le hace falta tener?”
Trabaje en lo que más le gusta, en lo que más se
acerca a la esencia de su personalidad, en lo que lo hace feliz; de lo
contrario no solo no será feliz y no estará realizado en su especialidad, sino
que además no le pagaran bien, porque se no sabrá valorar adecuadamente.
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